

El camino al éxito rara vez es una línea recta. Walt Disney, uno de los visionarios más influyentes del siglo XX, supo esto desde el principio. Antes de convertirse en el creador de un imperio de la imaginación, enfrentó rechazos y fracasos que habrían desalentado a muchos. Uno de los momentos más duros de su vida llegó cuando fue despedido de un periódico con la desalentadora crítica de que "carecía de imaginación y de ideas originales". Para cualquier joven aspirante a artista, un comentario así podría haber significado el fin de su carrera. Pero para Walt, fue el punto de partida de una transformación que cambiaría su destino y el de la industria del entretenimiento.
En esta conversación con Osvaldo Salvadores, Disney reflexiona sobre cómo convirtió la adversidad en motivación, cómo aprendió a navegar fracasos y cómo la perseverancia y la visión fueron sus aliados en la construcción de su legado. Desde sus primeros intentos fallidos en Kansas City hasta la creación de Mickey Mouse y la arriesgada apuesta de Disneyland, este diálogo nos ofrece una mirada íntima al proceso de reinvención de un hombre que nunca dejó de soñar.
REUNIÓN DE TRABAJO CON OSVALDO SALVADORES
OS: Walt, tu historia es el ejemplo perfecto de cómo los fracasos iniciales no definen el curso de una vida. He leído que fuiste despedido de un periódico por "falta de imaginación" y "ausencia de ideas originales". Eso debe haber sido un golpe duro. ¿Cómo recordás ese momento?
WD: [Sonriendo con nostalgia] Fue un golpe duro, Osvaldo, pero también fue un momento clave en mi vida. Tenía 22 años y trabajaba como dibujante para un periódico en Kansas City. Cuando me despidieron, me sentí humillado y perdido. Pero también me di cuenta de que ese no era el lugar donde podía brillar. La crítica fue dolorosa, pero despertó algo en mí: la necesidad de demostrar que podía crear algo único.
OS: Ese rechazo parece haber sido un catalizador para vos. ¿Qué hiciste después de ese episodio?
WD: Decidí seguir mi pasión por la animación. Con muy pocos recursos, fundé un pequeño estudio llamado “Laugh-O-Gram Studio”. Al principio producía cortometrajes animados que no tuvieron mucho éxito comercial, pero fue un periodo de aprendizaje intenso. Finalmente, el estudio quebró y tuve que mudarme a Los Ángeles con sólo 40 dólares en el bolsillo. Pero no me rendí. Sabía que el fracaso era solo parte del camino.
OS: Es impresionante cómo mantuviste la esperanza incluso en los momentos más difíciles. ¿Qué te motivó a seguir adelante?
WD: La visión de algo más grande. Siempre he creído que la imaginación es el poder más grande que tenemos los seres humanos. Incluso cuando fracasé, sabía que estaba aprendiendo. Me aferré a mi sueño de crear historias que pudieran inspirar y entretener a las personas.
OS: Entonces llegaste a Los Ángeles y comenzaste de nuevo. ¿Cuáles fueron los primeros pasos en esta nueva etapa?
WD: Mi hermano Roy y yo fundamos “Disney Brothers Studio”, que más tarde se convirtió en “The Walt Disney Company”. Nuestro primer gran éxito fue con "Oswald, el conejo afortunado". Sin embargo, perdimos los derechos de ese personaje debido a problemas contractuales. Ese fue otro golpe duro, pero me llevó a crear algo aún mejor: un pequeño ratón llamado Mickey.
OS: Y Mickey Mouse se convirtió en un ícono. ¿Cómo llegaste a concebir un personaje tan universal?
WD: Mickey nació de la necesidad y la inspiración. Quise crear un personaje que simbolizara esperanza y optimismo. Fue un proceso de prueba y error, pero cuando vi la respuesta del público a "Steamboat Willie", supe que había encontrado algo especial. La clave fue combinar creatividad, trabajo duro y una tecnología innovadora: el sonido sincronizado, que era algo nuevo en la animación.
OS: Innovación y perseverancia parecen ser constantes en tu vida. Pero también tomaste riesgos enormes, como la producción de "Blancanieves y los siete enanitos", el primer largometraje animado. ¿Cómo enfrentaste las críticas y el escepticismo?
WD: Mucha gente lo llamó "La locura de Disney". Decían que nadie quería ver una película animada de larga duración. Pero yo creía en el proyecto. Pusimos todo en juego, incluso hipotecamos la casa. Fue una apuesta enorme, pero también una declaración de fe en el poder de las historias. Cuando "Blancanieves" se estrenó en 1937 y fue un éxito rotundo, supe que había valido la pena arriesgarlo todo.
OS: Ese éxito te permitió expandir tus sueños. Pero también enfrentaste desafíos importantes, como la Segunda Guerra Mundial y las huelgas de tus empleados. ¿Cómo superaste esos momentos difíciles?
WD: Fueron tiempos duros, Osvaldo. La guerra interrumpió muchas de nuestras producciones, y las huelgas me hicieron cuestionar mi liderazgo. Aprendí que, aunque es importante tener una visión, también debes escuchar a quienes trabajan contigo. Esos desafíos me enseñaron a ser más colaborativo y a valorar más a mi equipo.
OS: Y después vino Disneyland, un concepto completamente nuevo. ¿De dónde surgieron la idea y el valor para llevarla a cabo?
WD: Disneyland fue el resultado de mi deseo de crear un lugar donde las familias pudieran compartir experiencias mágicas. Quise construir algo que fuera más allá de las películas, un mundo real donde la gente pudiera entrar en nuestras historias. Fue otro riesgo enorme; muchas personas pensaron que era una locura. Pero tenía la visión clara en mi mente y confié en ella.
OS: Hoy, Disneyland es un legado que sigue creciendo. ¿Qué sentís al mirar atrás y ver todo lo que has logrado?
WD: Siento gratitud. No fue un camino fácil, pero cada obstáculo me ayudó a crecer y a afinar mi visión. Estoy orgulloso no solo de lo que construí, sino también de cómo logramos inspirar a generaciones a soñar en grande.
OS: Walt, si pudieras dar un consejo a alguien que está enfrentando el rechazo o el fracaso, ¿qué le dirías?
WD: Les diría que nunca dejen de creer en sus sueños. Los fracasos no son el final, son lecciones disfrazadas. La clave es aprender de ellos y seguir adelante. Y, sobre todo, recordar que la imaginación no tiene límites. Si podes soñarlo, podes hacerlo.
OS: Gracias, Walt. Tu historia es un recordatorio de que los Segundos Tiempos de la vida pueden ser incluso más grandiosos que los primeros. Estoy seguro de que seguirás inspirando a muchas generaciones más.
WD: Gracias a vos, Osvaldo. Creo que todos tenemos el potencial de crear algo único, si estamos dispuestos a soñar y trabajar por ello.
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