Nos paramos frente a lo que sigue y aparece la incertidumbre. Enfrentarse al laberinto siempre propone un desafío. Primero la desorientación, la necesidad de parar la pelota, definir la estrategia, ser perseverante y "a cada instante" poder encontrar la nueva salida. Las piezas con las que se enfrenta el protagonista proponen la encrucijada de la vida; múltiples opciones. ¿Y ahora qué? ¿Para dónde encaro?
La contemplación activa tiene un vínculo con el análisis. Nos situamos frente a las alternativas, levantamos la cabeza y tratamos de entender cuál es el mejor camino para transitar y que nos conduzca a lo que queremos ser cuando seamos grandes. La toma de decisiones se presenta cuando tenemos un problema. Algo se rompió con lo que venía ocurriendo y ahora, ante un nuevo Segundo Tiempo, nos tenemos que hacer cargo. Lo que nos llame la atención en la primera instancia puede no ser "la mejor opción". Entendiendo las alternativas, poniendo en claro las prioridades, definiendo los criterios de selección; recorreremos los procesos para llegar a la meta; con dirección y control de lo que vamos transcurriendo en forma permanente para saber que estamos acercándonos al objetivo que definimos y disfrutando del "mientras tanto".
No puedo tomar la pelota y empezar a correr; tenemos que definir "cuál es el mejor pase", para continuar avanzando y elaborar los procesos a transitar.
Disfrutemos del "mientras tanto" y sigamos aprendiendo para hacernos cargo de lo que sigue "el Segundo Tiempo".
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